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10 de abril de 2016

Silencio, no habléis




Schweigt stille, plaudert nicht (BWV 211)
Johan Sebastian Bach

1. Schweigt stille, plaudert nicht
2. Hat man nicht mit seinen Kindern
3. Du böses Kind, du loses Mädchen
4. Ei! wie schmeckt der Coffee süße
5. Wenn du mir nicht den Coffee lässt
6. Mädchen, die von harten Sinnen
7. Nun folge, was dein Vater spricht
8. Heute noch, lieber Vater, tut es doch
9. Nun geht und sucht der alte Schlendrian
10. Die Katze lässt das Mausen nicht

The Amsterdam Baroque Orchestra & Choir
Soprano - Anne Grimm
Tenor - Lothar Odinius
Bajo - Klaus Mertens
Director -Ton Koopman

Las cantatas constituyen el núcleo fundamental de la creación de J. S. Bach, representando más de la mitad del total de sus obras conservadas.
Se ha dicho, que quien desee conocer a Bach en toda la amplitud y profundidad de su genio, deberá recurrir a sus cantatas, forma musical que cultivó a lo largo de toda su vida. Ciertamente, en ellas se encuentra condensado lo más sustancioso de su producción artística, su profunda convicción religiosa y su espíritu esencialmente didáctico. Pero aunque la mayor parte de la música que Bach dedicó a este género fue de carácter religioso, también han llegado hasta nosotros algunas cantatas de carácter profano, como la que proponemos en esta entrada de Renonare Fibris: Schweigt stille, plaudert nicht BWV 211, en español Silencio, no habléis, también conocida como la Cantata de Café, compuesta probablemente entre 1732 y 1735. 
En realidad, más que una cantata podría decirse que es esencialmente una ópera cómica en miniatura en tono satírico que habla de forma jocosa de una adicción al café.

La partitura de la obra está escrita para tres solistas vocales en las funciones de: Narrador, tenor Schlendrian (literalmente: palo en el barro), bajo Lieschen y su hija, soprano. La orquesta consta de flauta travesera, dos violines obbligato, viola, clave y bajo continuo. 

El libreto escrito por Christian Friedrich Henrici, nos introduce en el mundo burgués de Leipzig.
Como hemos dicho anteriormente, la cantata es una deliciosa sátira del vicio del café, entonces de moda entre los burgueses de la ciudad; pues desde finales del siglo XVII se había extendido en Leipzig, en donde muchas casas de café le habían abierto sus puertas. Una de ellas fue el Café Zimmermann de la Calle Catalina, donde Bach ofreció durante diez años sus conciertos públicos a la cabeza del Collegum Musicum universitario.


Cafetería Zimmermann 
(detalle de un grabado de Johann Georg Schreiber, 1732)

El tema de la Cantata es el enfrentamiento entre dos generaciones. Se trata de un padre (Schlendrian) que le prohibe tomar café a su hija (Lieschen), aficionada a la deliciosa bebida que estaba considerada un peligro en aquel tiempo, ya que debido a una mezcla de factores, en Alemania no fue aceptada en el hogar hasta la segunda mitad del siglo XVIII.
El padre amenaza a la hija con toda clase de castigos diciéndole que no le comprará más ropa, que no le permitirá salir ni asomarse a la ventana. Ella se resiste, pero el padre le dice que si no ceja en su adicción, no permitirá que se case. Eso sí que es demasiado para ella, así que promete dejar el café, pero si el padre le busca novio de inmediato. Mientras tanto, ella corre la voz que sólo aceptará al novio que le permita tomar todo el café que desee.

Podría verse quizá en esta historia una crítica hacia el autoritarismo paterno y una perspectiva un poco más moderna y abierta del papel de la mujer, algo que empezaba a dar sus primeros pasos en algunos lugares de la Europa del siglo XVIII.

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